Reconocemos frecuentemente a estas aves, conocidas como cotorras o perico monje, que en un principio, eran un animal de compañía y “la gente las tenía en sus casas”. Hoy por hoy, se han reproducido de tal manera que, especialmente en España y Chile se las considera “plagas”, por el daño que provocan en algunos cultivos. En varias provincias del país, se las está declarando de la misma manera a esas aves. Algo muy similar a lo que sucede con las palomas.

Entre las provincias que empezaron a declararlas “plaga” estan Buenos Aires, Mendoza, Corrientes y Santiago del Estero. Aún así, el plan de “exterminio” suele ser muy cruel en muchos sentidos, frente a la captura de los ejemplares, control de puestas, hasta la “venta” de muchas cotorras, lo que produce una gran amargura y bronca en muchas organizaciones protectoras de animales.

Muchos explican también que la continua aparición de aves en la ciudad, comprende que en el campo ya no tienen lugar para habitar debido a que la urbanización ha aumentado de tal manera, que no permite que ciertas especies autóctonas del país puedan preservarse de tal forma, que no genera indignación alguna. 

Frente a esto se presenta un dilema en la sociedad, por un lado, se encuentran las personas que las consideran una “plaga” y pretenden erradicarlas o ponerlas a la venta. Por el otro lado, vemos personas que muestran su indignación frente a la idea de ver como lucran con un ave silvestre, que le evitan la posibilidad de vivir en libertad. Además de los métodos crueles que utilizan para capturarlas, como trampas, para transportarlas en pésimas condiciones.