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“En pandemia hay que bajar las exigencias en la familia y tratar de acompañar más a los niños”, indica una psicóloga uruguayense

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Luego de tantos meses de cuarentena, aparecen más preocupaciones en la familia producto de la incertidumbre por la situación sanitaria, económica, el encierro y la virtualidad.

¿Que pasa en el plano de la psicología social, cuales son los comportamientos que se ven afectados y las consultas más frecuentes?

Para ahondar el tema Dale Concepción dialogó con la psicóloga uruguayense, Lic. María Josefina Echaide que nos abrió su consultorio a fin de encontrar algunas respuestas a tantas dudas..

¿Viste aumentada la demanda de pacientes en la cuarentena?

La demanda de atención psicológica es alta ya que se ve un nivel de agotamiento, una falta de motivación y de iniciación importante a raíz del impacto de los efectos de la pandemia. Las personas se acercan con consultas amplias, con preocupaciones generales, con necesidad de acompañamiento. Hay una prevalencia de síntomas psicológicos generales, trastornos emocionales, depresión, ansiedad, estrés, bajo estado de ánimo, insomnio, irritabilidad, ira y agotamiento emocional.

En ese sentido, podemos dar cuenta que Nadie pensó algunos meses atrás lo que sucede hoy. Esta cuarentena se inició pensando que iba a ser más acotada y hoy por hoy se instaló como un estilo de vida porque llevamos prácticamente ocho meses. Ante tantos días de aislamiento social primero y distanciamiento después, se ve el agotamiento tanto en niños y adolescentes, como también en sus cuidadores, las adultos que son sus referentes y quienes los acompañan día a día.

¿Cuáles son las edades y problemas recurrentes?

En el consultorio cada vez son más los adolescentes que me consultan sobre la ansiedad, la angustia y el estrés que les genera el encierro, no ir a la escuela o facultad, no ver a sus amigos con la misma frecuencia que lo hacían anteriormente, la convivencia con sus cuidadores, la falta de privacidad debido a que se encuentran todo el tiempo en el hogar junto a las figuras de las que empezaban a desprenderse. A muchos adolescentes, el medio escolar, los estudios universitarios y la relación con sus amigos les permiten sobrellevar muchas situaciones difíciles del medio familiar. Además, en la adolescencia es fundamental la experiencia progresiva de salida del medio endogámico, y esto requiere de la autonomía que van adquiriendo los y las jóvenes, la cual en este momento se encuentra coartada.

Con respecto a los niños, ¿Hubo retrocesos de maduración, cognitivos o problemas de conductas? ¿Cuáles?

En cuanto a los niños me encontré con madres y padres que se preguntaban cómo aceptar esta etapa con niños sin jardín, sin colegio, sin parques, sin interacción con otros niños de su edad. Desde ya esta situación es un desafío para madres y padres. El aislamiento, la falta de juego al aire libre y la dificultad de realizar ejercicio físico podrían aumentar la irritabilidad del niño/a y el estrés podría llegar a afectar su estado emocional. Asimismo, la preocupación de los cuidadores por esta situación actual, el exceso de noticias e imágenes podrían llegar a tener un gran impacto en los pequeños.

En algunos casos podríamos hablar del comportamiento regresivo en niños/as, el cual es una especie de marcha atrás en los pequeños respecto a etapas del desarrollo que ya habían atravesado. Antes de comenzar a transitar este tiempo de aislamiento social o cuarentena, los hijos/as venían elaborando diferentes aspectos de su niñez, ya sea en término fisiológicos como emocional. Algunos/as habrían comenzado a adaptarse al jardín, otros/as estarían aprendiendo a registrar sus necesidades y regulando la manera de satisfacerlas. Control de esfínteres, sueño, alimentación, un nuevo tipo de juego, lenguaje…

En los niños/as puede expresarse de maneras confusas que nos hagan sentir que retroceden. Pero el crecimiento no es lineal, y los avances y retrocesos son parte de los aprendizajes. Los accidentes más frecuentes pueden ser el pis o la caca; sueño alterado o mayor necesidad de dormir en contacto con los adultos; cambios en la alimentación; mayor demanda; necesidad de un juego que ya se había abandonado, chuparse el dedo, pedir mamadera en lugar de tomar en vaso. Estos son sólo algunos ejemplos, pero hay tantas expresiones como niños/as.

¿Qué consejos podés dar a padres y familias en general en relación a este momento y los niños?

Como adultos debemos ayudar a amortiguar los efectos de la cuarentena, debemos ser pacientes, generar ambientes de confianza, de calma, intentar trasmitir cariño y seguridad. Hay que hablar con los hijos, mejorar la comunicación y usar la palabra para acercarse a ellos. Que ellos mismos puedan manifestar los enojos, los miedos y las dudas. Tratar de no mostrarse tensos sino comprensivos. También, ofrecerles a los niños actividades de descarga emocional, como espacio para correr y saltar; estructurar sus días con simples rutinas, las cuales son esenciales para darles seguridad. Proponerles juegos o actividades en conjunto, leerles cuentos. Y, sobre todo, darles mucho afecto mediante contacto físico, besos y abrazos.

Hay que acompañar como nos sale y hacer lo mejor que podemos, como todos. Es necesario bajar la auto exigencia en primer lugar y la exigencia hacia los demás integrantes de la familia.

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