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La casa de Urquiza en el Regimiento: El sitio que testifica la historia del caudillo en Gualeguaychú

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La residencia del siglo XIX, que sirvió como posada de la familia Urquiza, ha sido reutilizada por Gualeguaychú, al quedarse hasta ahora fuera del circuito de los museos de la ciudad. Pese a ser uno de los sitios histórico-patrimoniales más relevantes de la ciudad, la casa que Justo José de Urquiza utilizó como posta durante sus viajes entre las provincias de Entre Ríos y Buenos Aires, no ha sido nunca de fácil acceso, con lo que la rodea cierta extrañeza.

No es sólo su lejanía del centro de la ciudad lo que dificulta su identificación (está a 7 km). Además, este enclave es administrado por el Ejército, el cual por problemas de seguridad militar no lo tiene abierto al público, salvo en fechas conmemorativas castrenses.

Es decir, el “estatus” de este inmueble, de gran valor histórico, viene condicionando desde hace tiempo su uso cultural y turístico, el cual está por debajo del que tienen los otros monumentos de la ciudad, emplazados en el ejido, fácilmente reconocidos por los vecinos.

Esta casa fue declarada edificio de interés histórico y cultural por la municipalidad en el año 2001, lo que confirma que es patrimonio de Gualeguaychú. Pero el hecho de que sea un museo dependiente del Ministerio de Defensa, lo circunscribe a este ámbito castrense.

La única chance de poder apreciarlo y recorrerlo, de poder disfrutar su significado histórico y arquitectónico, es cuando el cuartel abre sus puertas al público, en los días en que se festeja al Ejército Argentino.

Esta restricción al público no se condice con la relevancia cultural del enclave, que debería tener mayor nivel de exhibición para los vecinos y los turistas que visitan la ciudad.

Pero esta situación podría modificarse a partir de la iniciativa municipal que ha trascendido por estos días, según la cual se aprovecharía esa edificación para emplazar en su interior un “museo de Malvinas”.

La iniciativa emularía lo que ya existe en la casa que el caudillo entrerriano tenía en Concepción del Uruguay, frente a la Plaza Ramírez, y que hoy es museo histórico de esa ciudad.

Se infiere que el proyecto local significaría una puesta en valor del sitio, aunque el interrogante sigue siendo el acceso a este inmueble que está enclavado en el predio del Regimiento.

Hay que pensar que está al lado de la infraestructura que concentra la vida militar del cuartel local (casino, oficinas centrales, logística, etc.), por lo que el acceso de público plantearía importantes problemas de seguridad.

“Museo Casa Histórica del General Justo José de Urquiza”, así figura el enclave en la página web de Gestión Cultural del Ministerio de Defensa, que tiene otros espacios a su cargo a lo largo y ancho del país.

Allí se consigna que el inmueble fue convertido en museo en abril de 1995 y en él se guardan objetos, cuadros y documentos, relacionados con la vida militar y personal del vencedor de Caseros.

Entre ellos se destacan una copia del “Pronunciamiento”, otra de la Constitución del Congreso General Constituyente, información sobre las batallas que libró Urquiza, el escudo heráldico de la familia y el sello. También se exponen sables y cascos utilizados por las tropas de la época y armas de los gauchos.

Debilidad por Gualeguaychú

Los lazos de Urquiza con el pueblo del sur entrerriano eran muchos. Unían al caudillo con Gualeguaychú razones geopolíticas, la adhesión de sus pobladores a la causa federal y fuertes motivos sentimentales.

Fue él quien emitió el decreto en 1851 como gobernador de Entre Ríos por el cual la villa fundada por Rocamora fue elevada a la categoría de ciudad.

Gualeguaychú se convirtió, por otro lado, en una de las piezas claves para lograr el apoyo de la opinión pública al plan de desplazar a Juan Manuel de Rosas del poder. Así nació en 1849 “El Progreso de Entre-Ríos”, el primer periódico en letras de molde fundado en la ciudad se exponen sables y cascos utilizados por las tropas de la época y armas de los gauchos.

Urquiza también eligió a Gualeguaychú para ajustar los preparativos del Ejército Grande con vistas a la batalla de Caseros. Es decir, la ciudad fue su centro de operaciones para acometer la empresa política y militar que lo convertiría luego en un personaje histórico relevante del país.

Fue aquí, además, donde Urquiza conoció a Dolores Costa, por entonces una joven muchacha de 19 años, hija de una familia inmigrante local, con quien el general compartió dieciocho años de su vida hasta su asesinato. Juntos construyeron una familia numerosa de 11 hijos.

Una posada ideal

El hogar de la familia Urquiza fue siempre el palacio San José. Sin embargo, para cumplir con sus obligaciones políticas y empresariales el caudillo se veía obligado a viajar, y en varias ocasiones lo hacía acompañado de Dolores y sus pequeños hijos.

Fue por esta razón que hizo construir residencias en aquellos lugares a los que iba con frecuencia. Así, adquirió la “Chacra del Cura”, la granja agrícola situada en el camino real que unía a Gualeguaychú y Concepción del Uruguay para erigir la posada. Cabe consignar que el general le regaló a su esposa una casa en la ciudad de Gualeguaychú, levantada en el terreno donde estaba la vivienda de la familia Costa, esquina sudeste de calles 25 de Mayo y España.

Finalmente, aquella posada es el único sitio referencial del caudillo entrerriano y de su familia en la ciudad, al tiempo que es emblema de una época en la cual Entre Ríos protagonizó una epopeya en favor de la organización nacional.

Visitantes ilustres

Los documentos de la época dejan constancia de los visitantes de la casa local, según refieren en “Cuadernos de Gualeguaychú”.

Allí se menciona, por ejemplo, el alojamiento del Ministro Plenipotenciario Mr. Robert C. Schench y el Encargado de Negocios de la Embajada de Estados Unidos, visita fechada el 25 de Mayo de 1853.

El ilustre personaje negoció tratados de negocios con “del Carril y Gorostiza” en Gualeguaychú, para continuar al día siguiente su viaje hacia el palacio San José.

Por otro lado, se informa que, el 23 de marzo de 1856, “Paulino Limpo de Abreu, Vizconde de Abaeté, Ministro Plenipotenciario de S. M. el Emperador Pedro de Brasil, prefiere la tranquila y suntuosa Chacra del Cura para ser huésped por un día, de paso a San José, gozando de una cena memorable con su comitiva y asistido por Benjamín Victorica y su escolta”.

También hay relatos de veladas familiares en este paraje, en las que uno de los hijos de Urquiza, Justito, solía jugar carreras de sortijas, vestido con el uniforme de los soldados de Caseros, mientras se hacían paseos a pie y a caballo y se concluía con un baile en la noche.

Legado arquitectónico

A este edificio, considerado herencia histórica y arquitectónica del “federalismo”, arribaron ilustres políticos, diplomáticos y comerciantes de la época.

La casa tiene las mismas líneas arquitectónicas del suntuoso palacio San José, es decir, los rasgos típicos y propios del periodo post colonial.

Está estructurada en una planta rectangular conformada por una sala principal y una sala menor, con galería hacia tres lados con importantes pilastrones con arcos de medio punto.

La construcción es de paredes de ladrillo común de 0,50 m de espesor, cubierta de azotea hecha con tejuelas y tirantes de quebracho, pisos de baldosas cerámicas coloniales, importantes aberturas de madera y rejas de hierro forjado.

En la sala hay una pequeña escalera de madera que lleva a un mirador que originalmente tenía aberturas hacia los 4 lados, y hoy conserva la ventana hacia el oeste con balcón de hierro forjado y la puerta para acceder al techo de azotea con piso de cerámica roja.

Sobre la cubierta plana de este mirador se ubicaban los guardias que controlaban la llegada de extraños al lugar, espacio al que accedían a través de una escalera marinera externa.

Esta original construcción tiene a un lado un aljibe sencillo. Y según una fotografía del 1934, sobre el portal de acceso había un arco de hierro forjado con el nombre del General Urquiza.

El lugar contaba con diversas dependencias, pero ahora tan solo quedan la casa principal y el aljibe como testimonio de aquella época.

 

 

 

 

Fuente: Marcelo Lorenzo para El Día de Gualeguaychú.

 

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