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Reseña del libro: Río Luján

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Por Julián Álvarez Sansone

Llegué al poemario Río Luján en el Festival de Poesía Independiente desarrollado en La Boca a principios de este caótico 2020. Allí pude comprarme algunos de los libros que acompañan mis mañanas durante esta larga y tediosa cuarentena.

¿Con qué me encontré al leer Río Luján? Si tienen la posibilidad de leerlo, encontrarán fundamentalmente poemas que transmiten calma. Una calma más que necesaria en este contexto de crisis e incertidumbre.

En publicaciones anteriores como Bajo Flores (Rangún 2019), Veneziale ya había mostrado su faceta de militante comprometido con lo social y una mirada que se trasluce en su pluma para demostrar una capacidad observacional aguda a la hora de describir situaciones, lugares y modos de vida. Eso se refleja también en Río Luján, donde se describen con claridad varias escenas que pueden desarrollarse en la ribera del río. En diversas páginas se describe con agudeza y claridad distintas escenas de pescas o paseos por el río que pueden evidenciar experiencias propias de visitantes o de lugareños.

Dos temas parecen ser curiosamente recurrentes en las páginas del libro: uno es la apelación a elementos religiosos, y otro es la apelación a pasajes que transmiten cierta consciencia sobre el cuidado del medio ambiente.

Por ejemplo, en la página 15 se cierra un poema con la siguiente frase: “que Dios nos ayude”, mientras que en la página 20 plantea que la naturaleza “es una Fé única y distinta”. Sumado a eso, en la página 22 aparece lo siguiente: “Es fija/la Virgen en alguna pared/ o en algún cuerpo/ pero siempre está//”.

Con respecto a la cuestión ambiental, dicha temática se ve presente circunstancialmente en varios poemas. En la página 24, por ejemplo, se menciona “Revolución isleña/ basta de contaminar”. En la página 29, por su parte, Veneziale escribió: “No a la contaminación/ de nuestro río/ dice una bandera/atada/ a un barco abandonado//”.

En síntesis, se trata de una propuesta original que trae un poco de calma a estos días plagados de incertidumbre y ansiedad. Del libro no sólo merece destacarse la valentía y el coraje de la propuesta autogestionada (no hacerlo a través de una editorial tiene sus riesgos), sino también la propuesta temática. No son poemas de amor, tampoco poemas que transmiten angustia y desolación. Son poemas sobre un elemento geográfico y social (un río y el modo de vida alrededor de dicho río), sobre la consciencia ambiental y sobre el derecho a vivir en un ambiente sano. Una mención especial merece el arte de tapa realizado por Ona Ballesteros Gravino.

Fuente: www.solotempestad.com

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