En el retrato de medio cuerpo, de frente, se lo observa a Urquiza con el atuendo con que combatió el 3 de febrero de 1852, en la batalla de Caseros.
La reproducción se tomó de un daguerrotipo que perteneció al general Benjamín Victorica, y del cual existen varias copias.
Mucho se escribió y criticó sobre la vestimenta que llevó el general Urquiza en aquella ocasión, la misma con que días después, el 20 de febrero hiciera su entrada triunfal en Buenos Aires, jinete en su ya famoso MORO patas blancas.
Indudablemente tres prendas de vestir llaman la atención: el poncho, el pañuelo al cuello y la galera de copa alta.
Las dos primeras se debieron a las exigencias de la temporada estival; la tercera debe interpretarse como un toque de fina elegancia y señorío. Poncho y galera como un indumento, fueron seleccionados y escogidos con un fin preciso; el pañuelo en cambio, debió ser escogido como una cosa accidental, colocado para enjuagar la transpiración y preservar el cuello de la pesada casaca militar, durante la abrasadora jornada de aquel 3 de febrero.
El poncho era adoptado por muchos de los viejos generales en las campañas militares, tanto en las guerras por la independencia como en las luchas internas dentro de la patria.
El escogido por Urquiza de color claro, fino, liviano y amplio, cubre íntegramente al jinete protegiendo lo del sol candente, el agua, la tierra y los insectos; el de color claro, al no absorber los rayos solares daba una sensación de alivio.
La galera de copa, no muy adecuada para la guerra, era usada por algunos jefes militares de alta graduación, y así lo enseñan óleos, acuarelas y grabados de distintos artistas de época.
De Urquiza, Eduardo. Urquiza, Iconografía. Editorial de Entre Ríos, 2003. N° Inv. 4722.
Fuente: Palacio San José