Está ubicada en el “Puerto Viejo”, uno de los barrios más antiguos de nuestra ciudad. Todo pueblo creyente como es la mayoría del nuestro, tuvo una casita para la virgen y aquí no fue diferente.
En la década del 1950/60, llegan a nuestra ciudad los Salesianos, quienes trabajaron en el Puerto Viejo, barrio que fue dividido en sectores y fue recorrido por catequistas y voluntarios, censando, sobre todo, las necesidades espirituales.
Fueron acompañados por una imagen de Nuestra Señora de Fátima, donada por la familia Meriano (Imagen que aún se conserva). Se dio así la Evangelización de la zona con inolvidables catequistas: Ester Pepe, Elisa Melchiori, Estela Podestá, Amelia y Nélida Petroni.
Visitaron entonces 35 familias y en días se tenían 65 niños para impartir la doctrina cristiana. No tenían espacio físico para albergar los niños, pero se arreglaron bajo los sauces, o a orillas del río.
Guiados por entonces por el sacerdote Severino Mutti. Con el tiempo y ayuda de los vecinos y personas de la isla de enfrente se construyó una capilla. Un rancho de paja y barro, con algunos bancos de madera, un altar de madera de cajón, que sostenía la imagen de la virgen.
La señora Montiglia dono la cruz que tenía sobre el techo. Esta capilla estaba en Tibiletti e Ing. Pereyra al sur. Fue un lugar de encuentro, y uno de los momentos más alegres cuando los visitaba el Sr. Clement, y pasaba alguna película religiosa.
Todo esto se vio malogrado en 1959, cuando la creciente se llevó la capilla. La familia de “Cosita” Gallo, recupero la imagen. La cruz fue llevada por el agua y un tiempo después, fue encontrada sobre la copa de un árbol en la zona de Campichuelo.
Había que comenzar de nuevamente con la capilla, después del desastre climático. Es así, que se solicita al Intendente Ramon Bartet ayuda, que no prospero. Pero en 1960, Ester Pepe adquiere un terreno, al Sr. Arcelus y se construye la actual capilla. Se hicieron rifas, festivales, bonos, actividades sociales, para juntar el dinero, pues nunca se logró ayuda del gobierno.
La obra se inicia en 1962, bajo la dirección del sr. Bernardo Pontelli.
Nunca se dejaron de dar clases de catecismo, siempre se encontraba un lugar para las charlas que lo hacían los días sábados. La Sra. de Lacava donó los manteles y ornamentos que habían pertenecido a su hermano sacerdote.