El Establecimiento San José contó con un horno de ladrillos que permitió llevar adelante la construcción de la residencia del General Urquiza y del lago artificial.
Para la explotación del horno, el General celebró un contrato en 1863 con el maestro ladrillero Juan Echeberne, a través, de dicho convenio el dueño de casa quedaba obligado a suministrar las yeguas para formar el fango, entregar los moldes para dar forma a los adobes, suministrar reses de carne buena para el consumo del personal, entregar el dinero para pagar a sus peones y otorgar sin costo para la fabricación el agua, la leña y bosta que se emplearía en el trabajo.
La contraparte se obligaba a producir desde un mil hasta trecientos mil ladrillos de buena calidad, del tamaño de catorce pulgadas de largo, siete y medio de ancho, dos de grueso en crudo y puesto al pie del horno.
Esta actividad generó en el establecimiento una importante ocupación de mano de obra.
Fuente. Palacio San José