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“Esperando la carroza ” y la fiebre amarilla

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Por Facundo Segovia

El clásico del cine argentino, de 1985 dirigida por Alejandro Doria, en el que aún recordamos escenas y diálogos estaría inspirada en una historia real, que ocurrió en Buenos Aires en 1871 cuando la epidemia de la fiebre amarilla comenzaba a extinguirse.

En el barrio de San Telmo uno de los epicentros de la enfermedad, una mujer de avanzada edad caminaba por la calle Piedras, a la altura de Carlos Calvo y se desplomó. Los primeros testigos vieron la escena con mucho temor. Esas eran las imágenes que habían vivido hacía poco con la fiebre. La mujer tenía un pañuelo en la cabeza y vestía como los humildes habitantes de esa zona de Buenos Aires. De lejos, con miedo a un posible contagio, los transeúntes miraban a la anciana fallecida y alguien indicó: “Es doña Rosa, conozco a la familia”. De manera inmediata la envolvieron en una sábana y la llevaron a su casa en Tacuarí, entre San Juan y Cochabamba.

El marido la recibió y como estaba, tapada con las sábanas para evitar el contagio, comenzó el velorio. Llegaron los hijos e hijas de la difunta, familiares y amigos. Con el correr del tiempo, una de las hijas no aguantó la sensación que le dejaba no despedirse de su madre y la destapó para besarla. Cuando corrió las sábanas descubrió que esa mujer no era su madre, sino una desconocida. Las personas de esa vivienda de Tacuarí estaban conmocionadas y más aún cuando llegó Doña Rosa, que había ido a visitar a unas amigas. Eran similares físicamente y hasta en la forma de vestir, pero a Doña Rosa no le había llegado su hora.

“Ahí lo tenés al p….” Una de las escenas más recordadas de la película

La familia llevó el cuerpo de la mujer encontrada en la calle a la Comisaría 6ta de calle Las Piedras, esquina Moreno. Allí empezaron a desfilar vecinos de todo el barrio para ver si la reconocían. Alguien la identificó. Se trataba de la China Tomasa (Tomasa Ponce de León) la madre de Leandro N. Alem, abogado, que en ese momento militaba en el Partido Autonomista Nacional. Luego fundaría la Unión Cívica Radical.

Alem no estaba en su casa cuando le fueron a dar la noticia y lo encontraron en un club ya entrada la noche, hablando de política, junto su sobrino, adolescente por aquel tiempo, Hipólito Yrigoyen, quien sería más tarde presidente de la Nación.

Ambos fueron a buscar el cuerpo y la velaron al otro día. La enterraron en el Cementerio del Norte, de Recoleta. La causa de la muerte había sido un ataque de apoplejía (ataque cerebral).

Tal vez este acontecimiento, le llegó al uruguayo Jacobo Langsner quien escribió la obra de teatro estrenada por la Comedia Nacional de Uruguay en 1962.

Luego ya en los ochenta Doria se contactó con Langsner y escribieron el guión de la película.

Hoy nos llegan memes, algunos de humor negro en cuanto a la pandemia, algo que existió en todas las épocas, como esta historia real transformada en comedia. También en plena epidemia en Buenos Aires de 1871 había una leyenda urbana que decía: “Un hombre pasado de copas no pudo más con la borrachera y se puso a dormir en la calle o bien cayó rendido por los efectos del alcohol. Los carreros, que en horario de la noche juntaban los cuerpos que quedaban diseminados por las calles al verlo también lo subieron. Cuando le estaban echando cal a los cuerpos antes de enterrarlos, el borracho se despertó”.

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Fuentes

– Material brindado por el Dr. Francisco Appiani, médico psiquiatra de la 4º Cátedra de Medicina del Hospital de Clínicas.

– Nota de Daniel Balmaceda – La Nación – 05/09/2017

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