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Reseña del libro: Hay lugares en el cuerpo donde no se puede volver

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Por Ariel Fernández

¿Cómo definir a una mujer, las muchas, las totales, o esa única y propia que se es?¿Cuánto pesa las ondulaciones de su dolor (o es acaso una melancolía de las cicatrices)?¿Qué estructura, del cuerpo o el alma, se cincela cuando se escribe? Los sitios de mi cuerpo (Años Luz, 2018), de Aixa Rava, nos pega dentelladas en los ojos y nos tatúa a una mujer, ella y las tantas, con el solo objeto de lo imposible: encontrar un rastro esquivo y así abrir los pasadizos de una memoria reciente.

La vida en gran medida es cuerpo, y el cuerpo termina siendo el territorio donde habitan, se pelean y conviven nuestras frustraciones, nuestros miedos, lo que amamos, nuestro deseo. Cuando Deleuze retoma la lectura de Spinoza, no quiere responder ¿Qué puede un cuerpo? Pero concluye que todo es cuerpo.

Siguiendo este razonamiento me animo a decir que la poesía es cuerpo, y así lo deja manifiesto el poemario Los sitios de mi cuerpo (Años luz 2019) de Aixa Rava. En estos versos la autora configura un mapa corporal, carnal y simbólico, que no se agota, sino que se dobla hacia afuera, profundizando cada territorio: El universo profuso en duplicaciones/me indica ahora/respirá por la nariz, vení/acostate acá/y el cuerpo/no miente/no se cae/no se desmaya/pero igual, de alguna forma/se escapa.

El libro es una pequeña bomba potente que explota en el interior de la lectura, y consigue que el cuerpo de cada lector/a se ponga en alerta frente a todo lo que habita su propio cuerpo: Visito la herida,/recapitulo errores y me grito/que no tantas veces…/ pero hay lugares, amor,/hay lugares de mi cuerpo a los que/no puedo/volver sin recordarte.

La poeta consigue reavivar la pregunta alrededor del cuerpo y el cuerpo como poesía, pone en evidencia que el cuerpo trasciende por lo que escapa de él y no tanto por su única materialidad: No sé de vos casi nada/solo lo que importa: que sos hermana/y basta para armar un cuerpo de palabras/que te abrace cuando el tuyo se vuelva parva/una casa para que habites en la distancia/una carta para que leas cuando no haya nada.

Los sitios de mi cuerpo permite gozar de una poesía que trasciende su propia escritura, su propio lugar de reconocimiento para llevarnos al lugar donde las cosas adquieren sentido, como así lo expresa la autora: “Sitiar es acción colectiva, individual, acción humana.”

Fuente: www.solotempestad.com

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