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Reseña del libro: El libro de todos los días

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Por Pablo Méndez

Si bien no soy afecto a la literatura de Arturo Pérez Reverte, hay un personaje de uno de sus libros al que siempre le tuve cariño: Lucas Corso, protagonista de El Club Dumas, una especie de amante y mercenario (en el mejor sentido de la palabra si es que existe alguno) de los libros. Patricio Rago, uno de los libreros con mejor ranking de simpatía en el condado literario, escribió esta serie de crónicas sobre su oficio, su librería y el variopinto lumpenaje con el que se rodea en las alcantarillas de los libros usados.

Ejemplares únicos, editado por Bajo la Luna, se suma a la lista de publicaciones sobre el arte de ser librero. Quizás la diferencia notoria con las ediciones que la precedieron es la construcción de un personaje, un tal Patricio Rago, que salta del “yo” real para adquirir características detectivescas al mejor estilo noir de Chandler. La lectura incluso nos hace transitar por un clima de aventura que se mantiene a lo largo de todas las historias narradas. Es así como nuestro librero, en ocasiones es una suerte de discípulo de Holmes, en otras un Indiana Jones en busca del Arca perdida, y también una versión bibliófila del Rob Gordon de Nick Hornby en High Fidelity.

Uno de los puntos interesantes en la prosa de Rago es el tinte nostálgico y melancólico con el que surte a las historias, un soundtrack inaudible que funciona de manera perfecta en la ambientación de cada relato. Hay una potencia en la sencillez, muy carveriana, en el despliegue narrativo, donde la descripción de una situación supone un golpe de efecto o sorpresa que no sucede, donde la explosión es la misma ejecución de la trama. Una simple enumeración de los story lines de algunas crónicas son la mejor publicidad para entrar en el microscópico universo del autor: un libro que en sus páginas tiene una dotación impensada de LSD, el Sid Vicius librero en busca del catálogo perfecto, el reconocido editor ladrón de libros, el copycat William Wilson, la fábrica trucha de libros  inasibles o el gansteril Gordo Saúl.

La edición  se completa con un apéndice donde se puede leer la lista de recomendación en orden alfabético de Aristipo, y con un mapa de la ciudad  que funciona de contexto geográfico: desde el búnker caótico del Gordo Saúl hasta la panadería que vende el elixir de nuestro librero: cañoncitos de dulce de leche. Este detalle cartográfico recuerda las ediciones ilustradas de El señor de los anillos o a la secuencia de apertura de Games of Thrones. Patricio Rago demuestra en estas páginas ser un espeleólogo que busca en las cavernas de la ciudad un  mineral tan imprescindible como enigmático: el libro.

Fuente: www.solotempestad.com 

 

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