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Campamento Calá, el sitio histórico donde yace el verdugo de las tropas de Urquiza

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En sus rincones más recónditos, Entre Ríos guarda historias deslumbrantes. Gran parte de ellas están relacionadas en algún punto con quien fuera varias veces gobernador de estas tierras y presidente de la Confederación Argentina, el general Justo José de Urquiza. El campamento Calá, ubicado a pocos kilómetros de la localidad de Rocamora, es uno de estos sitios.

Allí se encuentran los restos de lo que fue, a mediados del siglo XIX, un polvorín perteneciente al campamento militar del General Urquiza. Actualmente, el lugar está siendo restaurado y preservado por una ONG llamada “Amigos del campamento Calá”. En diálogo con Mirador Entre Ríos, uno de sus integrantes, el profesor de historia Gastón Buet, informó que se han construido senderos demarcados que se pueden recorrer y visitar todos los días de la semana. La entrada es libre y gratuita. “Se puede recorrer el paisaje de monte del espinal y selva en galería a la vera del arroyo Calá, donde se han encontrado numerosos objetos de la época de valor histórico y cultural”.

Ese punto de la provincia fue utilizado tanto por Francisco Ramírez como por Urquiza para organizar sus tropas. La elección, se debe a la ubicación estratégica del paraje, acorde a las tácticas militares del siglo XIX. Se trata de un sitio ubicado en el centro de la provincia, próximo a los tres centros más importantes del momento: Concepción del Uruguay, Paraná y Concordia. “Además, al formar una rinconada con el arroyo Calá y el río Gualeguay proveía de defensas naturales contra algún ataque enemigo y excelentes pasturas y agua para la caballería”, detalló Buet.

El polvorín es de 1840, se conservan las ruinas que quedaron tras la voladura. Tiene paredes de 45 centímetros de espesor, allí se guardaban las municiones para la batalla de Caseros.

Fulgencio, el verdugo

Fulgencio Quirno aparece en la historia por la tradición oral. Gastón Buet, explica que “en el año 1915, un niño de 11 años, de nombre Benito León, habitante de Rocamora, conoce en el lugar a una pareja de indios charrúas bohanes. Don Albano y dona Desideria vivían allí en un rancho de adobe y eran los últimos habitantes del campamento Calá. Ella le contó al niño las historias del campamento militar en tiempos de Urquiza, de las que habían sido testigos, ya que ellos tenían en 1915 unos 96 años de edad. Entre tantas historias, la del hombre que dentro de campamento hacía de verdugo de aquellas personas condenadas a muerte. Hoy, la calle que conduce al cementerio de la comuna lleva ese nombre, Fulgencio Quirno, en honor a ese hombre, como si su nombre siguiera acompañando a los habitantes del lugar al más allá”.

Los degüellos eran una práctica habitual hasta la primera mitad del siglo XIX en el río de la Plata. En el campamento del Calá se sentenciaba de esa forma a los prisioneros o las personas acusadas de robo, delito que por ese entonces estaba penado con la muerte. Según detalla el profesor Buet, “una vez que las tropas del General Urquiza vencieran la tiranía de Rosas el 3 de febrero de 1852, con la Constitución Nacional, esa práctica fue prohibida. La era del degüello, gracias a la obra constitucionalista del General Urquiza, dio lugar a la hora del derecho y la ley escrita”.

“Los degüellos se practicaban en el campo de batalla, en algún lugar público o como en este caso, en el campamento militar. En el campamento Calá existen dos talas que eran utilizados a tal fin, se recostaba a la persona contra el árbol y se le practicaban dos tajos certeros a ambos lados del cuello para que el condenado desangre rápidamente. A esta forma se la conocía como ‘degüello a la Argentina”. También se degollaba ‘a la Oriental’, con un tajo de oreja a oreja; o ‘a la brasilera’, que consistía en atravesar el cuello del condenado de lado a lado. Muchas veces el degüello era utilizado como un acto de piedad después de un combate, sacrificando de esta manera a los heridos mortales para que dejen de sufrir y es por eso que se conoce al cuchillo también como ‘quitapenas’. Otra práctica aberrante de la época eran las ‘carreras de degollados’: los verdugos apostaban dinero para ver cuál condenado caería más lejos antes de desangrarse. En Entre Ríos, el delito, robo, asesinato, recibían la pena máxima. Fue gracias a la sanción de Urquiza y la creación del derecho y la ley que esta práctica dejó de ser efectiva en 1852”.

Tal como lo había pedido en vida, los restos de Fulgencio Quirno se encuentran enterrados debajo del tala donde se realizaban los degüellos del campamento Calá. Junto a su tumba, están las de otros soldados y, a escasos metros, el cementerio de la localidad de Rocamora.

Amigos del campamento Calá

La ONG “Amigos del campamento Calá” surgió a fines de 2014 y está conformada por una comisión de 15 miembros y socios. Surgió en la necesidad de recuperar y conservar las ruinas del antiguo campamento Calá y su entorno natural que lo compone un predio de 18 hectáreas de monte nativo. Los objetivos son la conservación y rescate de este sitio Histórico Nacional y difusión de la obra del General Urquiza dando conferencias en diferentes ámbitos.

Se ofrecen recorridos guiados durante el día como “avencuentros” y safaris fotográficos; y también por la noche, con una teatralización realizada por personas vestidas como soldados de la época. Además, se está proyectando la edificación de un centro interpretativo con técnicas de permacultura que destaque la historia y el entorno natural del lugar.

Fuente: mirador provincial

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